domingo, 1 de junio de 2014

La solucionática de la problemática

Mi primer libro de gente grande fue este diccionario chiquito:
 
 
 
 
 
 
Para cuando tuve cinco años mi cabeza ya era un infierno y no dejaba de molestar a los adultos preguntando si esa casa era nuestra hasta el centro de la tierra, que dónde quedaba ese lugar donde el cielo se une con el mar y SI UNO SE VOLVÍA MELÓMANO POR COMER MELÓN. Supongo que me estaba volviendo UNA CHICA TÓXICA, un peligro para la sociedad, porque al no abastecerme con los grandes de mi alrededor sembraba la duda en otros niños del salón a ver si entre todos podíamos conseguir mayor información. Un día, mi 'apá me encontró leyendo el horóscopo de una revista. "¿Yo soy Oog, no? Si soy de marzo soy Oog, ¿no? A ver, mira". Creo que se fue corriendo como Speedy Gonzales a la librería antes de explotar en carnitas por las paredes. Lo que sucedió fue que memoricé los cuentos que me leían y luego fui uniendo sílabas con sonidos. Supongo que así aprendí a leer. En un momento regresó mi 'apá y como yo había continuado leyendo le pregunté qué cosa era un "galeno". Entonces él extendió el brazo como un náufrago que ha estado nadando por mucho tiempo y con alivio y delicia toca, por fin, la arena de la playa y me dio aquel diccionario chiquito. Con él, un día me di cuenta que no sólo la gente salía de otra gente para que hubiera más gente, también las palabras podían parir palabras hasta el infinito.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario