viernes, 15 de agosto de 2014

Ventanales

1. Al frente, hay una mujer que se seca los mocos con la ropa que la mandan a tender. Tiene las ojeras hasta las rodillas y varias veces me hace gestos obscenos, así, por pasar el rato. Yo siempre me río o le hago la mueca de quién tiene todo el engranaje flojo. Muchas veces la contemplo mientras hace el mandado: Toma cada prenda como si fuera a liberar un pichón, pero termina enganchando algo muy parecido a un gato ocioso, lo acaricia por completo como para asegurarse de que se quede bien dormido y quieto hasta el día siguiente que pasará por él. Esta tarde, el espectáculo ha terminado diferente; luego de verla fumar un cigarrillo, la vi flaquear y lanzó un escupitajo con sangre. Cerré el telón. 

2. Hace unos días, llegó por error una de esas cartas que se mandan por correspondencia y se pueden oler y palpar, además de leer. Como era del tipo de misivas que se pasan por debajo de la puerta sin aviso, decidí abrirla. No es lo adecuado, pero ayúdenme con cualquier pretexto. Entiendo que un hombre comenzaría a conocer a una mujer con aquella primera carta, habían intercambiado direcciones por la web. Pero he sido yo quien le ha contestado explicándole todo el asunto, además de contarle todo lo grato que me resultó saber que aún existen personas que creen en el papel escrito como si de eso se tratase la reencarnación.

3. Un muchacho asegura que nos conocimos hace años y que me llamo Madeleine. He insistido tanto en su confusión como él en su convicción. Cuando se retiró, me dirigí al baño. Frente al espejo me he dicho: "Madeleine" y aquella mujer me ha sonreído de lado. 






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